RENOVARSE O MORIR


Si hay una palabra que define a Agustín Pichot es pasión. Era apasionado en su etapa de jugador y lo sigue siendo en su faceta como dirigente de la World Rugby. Esta semana el que fuera medio melé de los Pumas ha realizado unas declaraciones que han hecho temblar los pilares del rugby. Unas manifestaciones que han encendidos las alarmas entre los puristas de nuestro deportes. Y es que Ficha nunca deja indiferente a nadie.

Pichot es actualmente vicepresidente de la World Rugby. El argentino se ha erigido en el defensor de los países emergentes que cuestionan el orden tradicional del rugby. Después de convertirse en la cabeza pensante del rugby argentino en estos años de expansión brutal del rugby de su país, ahora se ha propuesto hacer crecer a las selecciones que están en segundo y tercer escalón del rugby mundial.

Pichot se pronunció en una entrevista al diario The Telegraph a favor de abrir el VI Naciones, donde afirmó: “Me encantaría ver a Georgia”. Y fue más allá. “Desafiaría al Rugby Championship a abrirse a Japón y al Campeonato de las Américas a México. Esas son las cosas que me motivan a ser un tipo con traje”, concluyó Pichot.

Elegido el hombre más influyente del rugby mundial por la revista Rugby World, el argentino sostiene que “si las cosas no funcionan y no se mueven, entonces me mudaré a casa y regresaré a mi club de rugby, San Isidro. Si sólo soy un traje en la World Rugby, no estaré allí más. El rugby profesional no sólo se centra en diez equipos”.

Pichot pasó no hace mucho por España, donde pude compartir con él comparecencia en el Rugby Summit de Kreab y una animada conversación, cerveza en mano, junto al director de la revista 22, José Manuel Ibañez. Pichot había almorzado con el presidente del Federación Española de Rugby, Alfonso Feijoo, al que insistió para que invirtiese en el trabajo de cantera con centros de tecnificación y le ofreció ayuda para implantar un modelo de desarrollo similar al que Argentina utilizó en su día. Modelo, por cierto, que está dando magníficos resultados en países como Brasil o Canadá.

Sin embargo, Pichot se marchó de Madrid con la sensación de quien predica en el desierto. Mal asunto que el vicepresidente de la World Rugby, institución que dirige los destinos de nuestro deporte y adjudica fondos y subvenciones para el desarrollo, se fuese sin poder tutelar el proceso de crecimiento de nuestro rugby. Y no por falta de iniciativa suya…

El rugby está creciendo a pasos agigantados en el mundo. Incluso en España, donde las escuelas han visto cómo se dispara el número de niños practicantes. España es un mercado atractivo, tanto deportivo como comercial y estratégicamente. Y Pichot abandera el cambio de estructuras que irá incorporando a nuevos países a la élite del rugby. Georgia, Japón y México son las tres selecciones señaladas por Agustín para romper esa inercia. De España no hay rastro. Y no es por falta de calidad de los jugadores españoles, que con recursos limitados y una preparación corta fueron capaces de clasificar a sus dos selecciones de VII para los Juegos Olímpicos, además de unas Leonas que ganaron el Europeo y jugarán el Mundial femenino. El problema es que tenemos que profesionalizar unas estructuras federativas que siguen ancladas en el rugby amateur de finales de los 90. Concretamente desde 1999, cuando España jugó su último y único Mundial. Con los mismos dirigentes a los que Pichot no logró reclutar para su apuesta por este nuevo rugby que predica y que ha hecho temblar los pilares del colegio de Rugby.

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